EL BARRIO DE LA COSTA
El Barrio más antiguo de Ocaña parece ser el de "La Costa". Este Barrio se une con la calle 9, por la calle de "EL Embudo" (En la nomenclatura actual Carrera 8a) arrancando de la calle 10a. entre las que existe un gran desnivel. Es quizá la única calle de la ciudad que se conserva con su antiguo empedrado (...ya este empedrado antiguo ha sido reemplazado hace pocos años...). En la carrera9a. se encuentra la Capilla de Santa Rita, a donde llegaba Don Antón para cumplir sus promesas, cabalgando hermoso y brioso córcel que, al subir por "El Embudo", con sus cascos arrancaba chispas de candela a la piedras de la calle. Hoy, en la esquina de EL Embudo con la calle 10a. se halla el Convento de las Monjas Dominicas, inaugurado canónicamente, el 8 de Diciembre de 1977.
Tomado de la Revista Hacaritama.
Academia de Historia de Ocaña
Artículo escrito por: Carlos E. Hernández Yaruro.
Academia de Historia de Ocaña
Artículo escrito por: Carlos E. Hernández Yaruro.
Antón García de Bonilla
Hijo del capitán fundador Antón García.

Fue alcalde provincial de la Santa Hermandad, y alcalde ordinario de Ocaña: encomendero real de los indios de la Loma por cédula real. Casó con María Téllez Blanco, para quien hizo construir a expensas de su fortuna la Ciénaga de Patiño, de un brazo del Río Lebrija. Se Preocupó por la educación:
"Por escritura pública en 1689, García de Bonilla compromete con los reverendos padres de la Compañía de Jesús. su estancia San Francisco de Paula situada en tierra caliente, con catorce pares de esclavos, capilla al culto divino de Dios, con todos los adornos, alhajas, rancherías, tierras y aguas de ella, para fundar un colegio en Ocaña La Nueva qué educara la niñez y juventud de ella y su jurisdicción, Institución de la cual carecía la ciudad en aquellos tiempos".
Dice la leyenda que enfermas sus sobrinas de un extraño mal, le ofreció a Santa Rita la promesa de visitar su capilla durante todos los primeros viernes. Las niñas sanaron pero el gentil hombre se olvidó de lo jurado. Por eso cuentan que lo ven vagar en las calles de Santa Rita y del Embudo, cumpliendo su palabra desde ultratumba, sobre un corcel fantasmal, envuelto en negra capa y con tabaco en la boca. Era tanto el terror que ocasionaba, que sus descendientes decidieron bajar el retrato suyo que se encontraba en la capilla, por ser su protector, y lo quemaron.
Tomado del libro: Historia y Geografía del Municipio de Ocaña.
Escrito Por: Mario Javier Pacheco
Escrito Por: Mario Javier Pacheco
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